Lo primero que hay que entender para poder desarrollar este tema es que el matrimonio según el derecho canónigo es una cosa y el matrimonio por lo civil, dependiendo además de cada sociedad, es otra y más ahora que se han regulado como matrimonio por ejemplo entre personas homosexuales.
En este sentido, la RAE recogía antiguamente la definición de matrimonio como unión entre hombre y mujer. Actualmente, sin embargo, y aque la RAE cambia cada año y se adapta a las necesidades sociales, recoge varias definiciones, en las que se incluye esta de entre hombre y mujer, pero añade también la definición de matrimonio gay en algunas legislaciones y el católico. Y a parte hace una diferenciación con otra acepción más refiriéndose al matrimonio civil que no tiene ritos para celebrarse.
Mi postura en este sentido es acogerme a lo que decía Jesucristo sobre el diezmo: "Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios", pues si la sociedad pide una regulación para otros tipos de matrimonio, yo sigo con mi concepto de lo que es matrimonio.
Y realmente pienso que lo que hay hoy en día es una mezcla mental del concepto "social" de matrimonio y el concepto de la Iglesia.
Para la Iglesia Católica, la unión natural de hombre y mujer para vivir juntos y tener hijos es un matrimonio. Es un deseo natural de pertenencia que está intrínseco al hombre y a la mujer. Pertenecer a alguien en exclusividad para siempre y para formar una familia. Es algo que existe innato en el hombre. Cualquier persona que se enamora y es correspondida quiere que ese sentimiento y esa felicidad duren para siempre. Cuando esa necesidad se afianza en un compromiso firme, en un "te prometo que así será" eso es un matrimonio para Dios. Porque es Dios el que ha creado al hombre y a la mujer con esa necesidad de exclusividad y pertenencia.
Para la Iglesia Católica, aun sin pasar por su Templo, ese compromiso entre un hombre y una mujer ya es un matrimonio. De hecho, para dos personas no bautizadas, ese compromiso ya sea ante otro Dios, por otro rito o civil, es de hecho ante la Iglesia (igual que ante Dios) un matrimonio.
Si cualquiera de nosotros terminase en una isla desierta donde no hay sacerdotes, la declaración y el compromiso sincero entre un hombre y una mujer para vivir juntos y tener hijos es suficiente de cara a Dios y ese matrimonio es válido. Cierto que se pide que si/cuando se vuelva a la vida en sociedad se ratifique ese matrimonio por la Iglesia.
¿Por qué ratificar un matrimonio por la Iglesia? Primero de todo porque es la comunidad que Dios ha dejado para tramitar todo tipo de cosas para los católicos. Un hombre está perdonado en el momento en que pide perdón a Dios, pero Dios sin embargo exige esa confesión sacramental ante un sacerdote. Dijo expresamente a los apostóles (y hoy son los Obispos los sucesores y los sacerdotes nombrados por los Obispos) "A quienes perdoneis los pecados le serán perdonados". Deja una orden de que haya esa "sacramentalidad" del signo del perdón. Ocurre igual con el matrimonio.
Vivimos en sociedad y como tal, un sacramento como es el del matrimonio que implica descendencia, vida en común, etc, se ha de hacer de manera "pública" y en un acto público.
Dios no se olvida de que somos hombres y necesitamos signos y de que vivimos en sociedad y hace que la Iglesia funcione como tal.
Por eso, la Iglesia Católica reconoce el matrimonio en la sociedad de los que no son sus fieles. Para la Iglesia católica un matrimonio civil sincero de dos no católicos es un matrimonio exactamente igual. Sin embargo, no reconoce el matrimonio civil de dos bautizados. Los bautizados que quieran estar casados de cara a la Iglesia, han de hacerlo por la Iglesia.
¿Qué ocurre entonces? Que hay matrimonios civiles que la Iglesia no reconoce y sin embargo el Estado sí reconoce los matrimonios eclesiásticos, de hecho hay una acuerdo entre Iglesia y Estado en España por el cual automáticamente cada matrimonio canónigo se inscribe en el registro civil y genera un libro de familia.
Y al revés. La iglesia reconoce la nulidad de algunos de sus matrimonios y sin embargo civilmente hay que pedir la separación y/o el divorcio.
¿Qué requisitos debe tener el matrimonio canónigo?
Ser solteros y libres
Mayores de edad y con capacidad mental para dar el consentimiento
dar el consentimiento en libertad
casarse con idea de estar abiertos a la vida (aunque se sepa que no se pueden tener hijos o aunque no se vaya a hacer inmediatamente)
saber que es para toda la vida
En cuanto algunos de estos requisitos no se cumplen el matrimonio es nulo. Hay infinitas causas de nulidad.
Hay gente que piensa que la nulidad es el divorcio de la Iglesia, pero la realidad es que cuando una pareja se panta en una Iglesia delante de un sacerdote, de Dios y de una comunidad está pidiendo externamente una serie de cosas que, si por dentro en verdad no las está pidiendo, Dios no da. Es como irse a confesar de unas cosas cuando en realidad no estás arrepentido, simplemente porque el cura te conoce y sabe que lo has hecho, o porque te han obligado. Esa confesión es nula. Pues el sacramento del matrimonio también es nulo, solo que como tiene repercusión social es más dificl demostrarlo porque todo el mundo te ha visto solicitarlo.
Por otro lado, cuando hablamos de matrimonio hablamos también de Sacramento. ¿En que me afecta que el matrimonio sea un sacramento? Pues en un momento del Evangelio Jesucristo habla muy categórico en contra del divorcio "Lo que Dios ha unido que no lo desuna el hombre" y los apóstoles hablan entre ellos "Entonces, qué sentido tiene casarse". El hombre es consciente, como lo es Dios ahora cuando le ha iluminado al Papa Francisco para escribir "Amoris laetitiae" que mantener una promesa de amor cuando cambiamos, cuando la vida es tan rica y tan voluble, de que mantener una promesa de amor para siempre cuesta, sabe que la convivencia cuesta, que el matrimonio es difícil y al elevarlo a la categoría de sacramento...lo que hace es darle una ayuda. Igual que en el sacramenteo de la confesión hay una gracia para no volver a caer en lo que nos hemos confesado y aun así caemos. En el sacramento del matrimonio hay gracia para mantener nuestras promesas....aunque nos cueste cumplirlas y no siempre las hagamos. pero es absurdo no casarse por la Iglesia y coger esa ayuda que es tan necesaria.
No hay que olvidar nunca que "Para el hombre es imposible, pero apra Dios no hay nada imposible" y con ayuda de Dios todos nos podemos amar unos a otros para siempre.
¿Cómo debo amar a mi marido? Con la misma medida con la que nos amó Jesucristo que es el modelo a seguir: "Hasta dar la vida" "amor sin medida que decía San Agustin".
1 Carta de los Corintios, cap 13:
13:1 Aunque yo hablara todas las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo amor, soy como una campana que resuena o un platillo que retiñe.
13:2 Aunque tuviera el don de la profecía y conociera todos los misterios y toda la ciencia, aunque tuviera toda la fe, una fe capaz de trasladar montañas, si no tengo amor, no soy nada.
13:3 Aunque repartiera todos mis bienes para alimentar a los pobres y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo amor, no me sirve para nada.
13:4 El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece,
13:5 no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido,
13:6 no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad.
13:7 El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
13:8 El amor no pasará jamás. Las profecías acabarán, el don de lenguas terminará, la ciencia desaparecerá;
13:9 porque nuestra ciencia es imperfecta y nuestras profecías, limitadas.
13:10 Cuando llegue lo que es perfecto, cesará lo que es imperfecto.
13:11 Mientras yo era niño, hablaba como un niño, sentía como un niño, razonaba como un niño,
13:12 pero cuando me hice hombre, dejé a un lado las cosas de niño. Ahora vemos como en un espejo, confusamente; después veremos cara a cara. Ahora conozco todo imperfectamente; después conoceré como Dios me conoce a mí.
13:13 En una palabra, ahora existen tres cosas: la fe, la esperanza y el amor, pero la más grande de todas es el amor.
Os animo a meditar si amamos así a nuestros maridos y a recordar que, aunque parezca dificil, tenemos gracia sacramental para hacer esto. No nosotras, Nosotras solas no podemos. Podemos en El. Y podemos en El hasta que la muerte nos separe.
martes, 25 de octubre de 2016
martes, 20 de septiembre de 2016
Buscar a DIos y filiación Divina
Buscar a Dios es algo innato en el hombre. Cuando el hombre llega al mundo, antes o después, y lo hemos visto en nuestros hijos, se pregunta adónde va, qué pasa después de la muerte... conocer la respuesta a estas preguntas y compartirlas con otros, es de justicia y de buena persona. Pero además, si eres cristiano, si crees que Cristo vino al mundo a confirmar las revelaciones de la Biblia, además de ser de buena persona, es un mandato del mismo Cristo: "Id por todo el mundo y predicad el Evangelio"= Decidle a todo el mundo esto.
Creo que no me equivoco si supongo que las que nos reunimos para estas charlas tenemos ya la respuesta a algunas de esas preguntas, pero queremos profundizarlas más o acercarnos más al pensamiento católico que hemos mamado desde pequeñas. Estamos simplemente respondiendo a nuestra propia naturaleza que no se queda tranquila solo con vivir la vida, con casarse, tener hijos, trabajar y colaborar con la sociedad. Tenemos una parte intrínseca a nosotros que nos recuerda, prácticamente a diario, que tenemos algo en nosotros que es trascendente y queremos alimentarla. Esa inquietud responde además, así lo declaró Jesucristo, a algo maravilloso que va más allá de saber que hay un Dios, Todopoderoso Creador del Universo, que responde a la pasada que es que ese Dios nos ama.
Que Dios nos ama es demostrado una y otra vez a lo largo tanto de la historia del hombre como de la historia personal de cada uno. Queriéndonos salvar de nuestro propio pecado llegando incluso a enviar a su propio hijo a inmolarse por nosotros, es el mayor signo de amor a cada uno de nosotros, pero además, estoy segura de que todas hemos sentido alguna vez ese cariño en cosas más pequeñas o más grande.
Pero todavía hay algo más grande que si no llega a ser porque nos lo reveló Jesucristo, nunca lo hubiéramos sabido y que cambia absolutamente todo en nosotros el saberlo. Y es que, según nos dijo Jesucristo, a Dios no es que le hagamos mucha gracia, no es que le encante mirarnos no es que le dé pena que suframos, no es que haya decidido que merecemos la pena de morir por nosotros, no, es que para Dios somos sus hijos, nos quiere como un padre amoroso, nos ama con mayor profundidad y reverencia que el mejor de los padres o la mejor de las madres ama a sus hijos.
Cuando Jesucristo les enseña a rezar a los apóstoles les dice, cuando oréis, haced así: "Padre nuestro...." ¿una exageración? ¿Algo que dijo en un momento de exaltación? No! Una realidad. Numerosas veces en el Evangelio habla del padre amoroso que no daría jamás una serpiente al hijo que le pide un pedazo de pan, del padre amoroso que recibe al hijo pródigo, del buen pastor que abandona a todas las ovejas para recuperar a la que se le ha perdido....
Esta revelación de Jesús cambia absolutamente la relación del hombre con Dios, es lo que marca la nota en la religión católica. Somos hijos de Dios. Nos ha elevado a la categoría de realeza divina cuando somos en realidad pobres pecadores de barro y de arcilla.
De este modo, el hombre ya no solo busca a Dios por su sensación de trascendencia y por la inquietud vital de su alma, el hombre busca a Dios para relacionarse con El y para gozar de ese cariño que quiere darnos.
No querer relacionarse con Dios es como el bebé cansado e irritado que no quiere que su madre le coja en brazos, que es donde mejor se está. No querer profundizar en Dios es ser tan tonto como el hijo pródigo que prefiere comer bellotas de los cerdos que gozar del convite de su padre.
Profundizar en el conocimiento de Dios, poner todos los medios a nuestro alcance para convivir de una manera más intrínseca con El, es ser inteligente y práctico porque solo con El vamos a estar de la mejor manera. ¿Quién de nosotras, sabiendo que nuestra madre nos espera todos los domingos a comer con una comilona que te mueres, no va y la desprecia? ¿Quién de nosotras no ha acudido a su madre cuando ha tenido problemas? ¿Quién de nosotras no ha tenido confidencias de mujer a mujer con su madre? Dios es esa madre al lado nuestro toda la vida....es una pena que no sepamos verla. y para verla hay que tratarla, conocerla, profundizar en Ella. Solo espero que durante este año sepamos profundizar más en El y lleguemos a saborear la grandeza que es tenerle como padre, la mejor madre de todas. "Solo Dios basta", como diría Santa Teresa de Ávila.
Creo que no me equivoco si supongo que las que nos reunimos para estas charlas tenemos ya la respuesta a algunas de esas preguntas, pero queremos profundizarlas más o acercarnos más al pensamiento católico que hemos mamado desde pequeñas. Estamos simplemente respondiendo a nuestra propia naturaleza que no se queda tranquila solo con vivir la vida, con casarse, tener hijos, trabajar y colaborar con la sociedad. Tenemos una parte intrínseca a nosotros que nos recuerda, prácticamente a diario, que tenemos algo en nosotros que es trascendente y queremos alimentarla. Esa inquietud responde además, así lo declaró Jesucristo, a algo maravilloso que va más allá de saber que hay un Dios, Todopoderoso Creador del Universo, que responde a la pasada que es que ese Dios nos ama.
Que Dios nos ama es demostrado una y otra vez a lo largo tanto de la historia del hombre como de la historia personal de cada uno. Queriéndonos salvar de nuestro propio pecado llegando incluso a enviar a su propio hijo a inmolarse por nosotros, es el mayor signo de amor a cada uno de nosotros, pero además, estoy segura de que todas hemos sentido alguna vez ese cariño en cosas más pequeñas o más grande.
Pero todavía hay algo más grande que si no llega a ser porque nos lo reveló Jesucristo, nunca lo hubiéramos sabido y que cambia absolutamente todo en nosotros el saberlo. Y es que, según nos dijo Jesucristo, a Dios no es que le hagamos mucha gracia, no es que le encante mirarnos no es que le dé pena que suframos, no es que haya decidido que merecemos la pena de morir por nosotros, no, es que para Dios somos sus hijos, nos quiere como un padre amoroso, nos ama con mayor profundidad y reverencia que el mejor de los padres o la mejor de las madres ama a sus hijos.
Cuando Jesucristo les enseña a rezar a los apóstoles les dice, cuando oréis, haced así: "Padre nuestro...." ¿una exageración? ¿Algo que dijo en un momento de exaltación? No! Una realidad. Numerosas veces en el Evangelio habla del padre amoroso que no daría jamás una serpiente al hijo que le pide un pedazo de pan, del padre amoroso que recibe al hijo pródigo, del buen pastor que abandona a todas las ovejas para recuperar a la que se le ha perdido....
Esta revelación de Jesús cambia absolutamente la relación del hombre con Dios, es lo que marca la nota en la religión católica. Somos hijos de Dios. Nos ha elevado a la categoría de realeza divina cuando somos en realidad pobres pecadores de barro y de arcilla.
De este modo, el hombre ya no solo busca a Dios por su sensación de trascendencia y por la inquietud vital de su alma, el hombre busca a Dios para relacionarse con El y para gozar de ese cariño que quiere darnos.
No querer relacionarse con Dios es como el bebé cansado e irritado que no quiere que su madre le coja en brazos, que es donde mejor se está. No querer profundizar en Dios es ser tan tonto como el hijo pródigo que prefiere comer bellotas de los cerdos que gozar del convite de su padre.
Profundizar en el conocimiento de Dios, poner todos los medios a nuestro alcance para convivir de una manera más intrínseca con El, es ser inteligente y práctico porque solo con El vamos a estar de la mejor manera. ¿Quién de nosotras, sabiendo que nuestra madre nos espera todos los domingos a comer con una comilona que te mueres, no va y la desprecia? ¿Quién de nosotras no ha acudido a su madre cuando ha tenido problemas? ¿Quién de nosotras no ha tenido confidencias de mujer a mujer con su madre? Dios es esa madre al lado nuestro toda la vida....es una pena que no sepamos verla. y para verla hay que tratarla, conocerla, profundizar en Ella. Solo espero que durante este año sepamos profundizar más en El y lleguemos a saborear la grandeza que es tenerle como padre, la mejor madre de todas. "Solo Dios basta", como diría Santa Teresa de Ávila.
Otro día profundizaremos en las consecuencias de saberse hija de Dios, consecuencias que nos llevan a andar con la seguridad de que no nos puede pasar nada malo y aunque nos pase, Dios es nuestro padre y lo controla. Pero eso ya, en otra ocasión ;)
miércoles, 20 de abril de 2016
Educación de la religión en familia
EDUCAR LA RELIGIÓN EN FAMILIA
El Papa Juan Pablo II hablaba de la familia refiriéndose a la
Iglesia Doméstica. La familia es el primer núcleo donde llegamos a la fe
(normalmente. Cada uno según las circunstancias) pero sí que es el núcleo
natural pensado por Dios para darse a conocer.
En la familia (la familia pensada por Dios) se nos bautiza,
se nos lleva a la parroquia, se nos enseñan los primeros rezos, se aprende cómo
es el amor de Dios: incondicional, maternal, eterno, por encima de todo,
constante, maduro, que llega a todo.... en la familia se nos enseñan los
valores, se nos enseña generosidad, se nos enseña a ser agradecidos....
Catecismo de la Iglesia Católica, puntos 1655-1658
hace referencia ya a este término y recuerda que fue San Pablo quien ya decía a
"Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan mucho
en el Señor"
A mí me gustaría que os quedaráis con seis ideas
fundamentales:
1.- Nadie da lo que
no tiene. Para poder dar a Cristo a nuestros hijos, tenemos que tener a
Cristo.
Es verdad que hay casos en que uno, por los motivos que sea,
no puede, no tiene fuerzas, para vivir de acuerdo a los Mandamientos, pero aún
así acude al colegio o al resto de miembros de la familia para que ayude a
educar a sus hijos en la fe. Pero no es lo ideal. Para nuestros hijos, sobre
todo a determinadas edades, somos como Superman, superwoman, Ironman y Batman
juntos. Compensa cambiar el estilo de vida y preocuparnos por dar buen ejemplo.
Tampoco pasa nada por reconocer ante nuestros hijos lo que
hacemos mal. Hay edades referidas a la justicia en la vida en la que el niño
"echa en cara": "eso no es justo", "pues tu no lo
haces" No pasa nada por reconocer que se han hecho o se hacen mal las
cosas.
Para poder formar a nuestros hijos, tenemos que estar
formados. Esta charla vale como medio para poner fin a nuestras calvas. Pero
también hay otros medios de formación a los que podéis acudir y si tenéis
interés yo os digo los que yo conozco. A
más formación tengamos, más podremos responder a sus preguntas vitales, y más
seguridad les daremos sobre las enseñanzas y sobre todo, al entenderlas
nosotros, les explicaremos el porqué.
2.- Tener una escala
de valores. Saber qué es lo importante en nuestra vida y transmitírsela a
los niños.
Aunque la historia del hombre nos ha demostrado que a veces
los hijos se rebelan contra las enseñanzas de los padres y salen precisamente
hacia lo opuesto, también se ha puesto de manifiesto que las enseñanzas de los
padres siempre "calan" y así, de padres que dan mucha importancia al
triunfo profesional, que ponen todos los medios a su alcance para que su hijo
triunfe profesionalmente, les dan todo tipo de carreras y másteres y se
relacionan con gente del mundo también muy focalizada en la profesionalidad, acaban
saliendo niños y jóvenes con un agudísimo desarrollo profesional.
Si entendemos nosotras mismas que lo más importante en
nuestra vida es que esta vida es solo un examen para adquirir la siguiente, que
es "el colegio y la selectividad" para poder entrar en la carrera y
la vida profesional del cielo, enseñaremos eso a nuestros hijos.
Mi madre era de comunión diaria incluso antes de conocer el
Opus Dei y sitio al que viajaba, sitio en el que de lo primero que se enteraba
es dónde había una iglesia con misa cerca. Llegaba al hotel y lo preguntaba en
recepción.
En cuanto a la escala de valores, hay una anécdota de un
joven que iba con un ángel y se cruzaron con un caballero poderosísimo y guapísimo.
El joven se quedó deslumbrado desde la vestimenta, el caballo, la apostura, la
cantidad de soldados y fieles con las que viajaba y se le cayó la mandíbula al
suelo al joven de esplendro. Sin embargo, el ángel se tapó con el ala el rostro
y escondió la nariz como si apestara. Al rato se cruzaron con un leproso
mendigando. Daba asco solo verle y el olor era asqueroso. Sin embargo, el ángel
tocó al mendigo, le sonrió y le habló.
El joven le preguntó al ángel: ¿cómo puede ser que seas
capaz de hablar con ese hombre que está podrido y sonreírle y sin embargo, al
gran caballero que nos acaba de pasar y todo su esplendor sea el que te
produzca la naúsea que a mi me provoca este leproso? Y el ángel le contestó:
porque yo veo sus almas. El caballero es un asesino, un traidor, un violador y
un ladrón y este leproso es gratísimo a los ojos de Dios porque es bondadoso y
humilde.
¿Cómo valoramos las relaciones que tenemos y las relaciones
que tienen nuestros hijos? ¿A quién nos gusta que tengan por amigos? ¿A Herodes
con su palacio y sus cochazos? ¿O a la Virgen y San José completamente pobres
pero buenísimas personas?
Dentro de la escala de valores debemos examinarnos si
perdemos la paz porque hemos perdido en bolsa dinero o porque un hijo nuestro
no comulga. ¿Qué es lo que nos preocupa de verdad? ¿Dónde está de verdad
nuestro corazón? ¿Somos capaces de sacar a todos de la cama a una hora
intempestiva para coger un avión y no lo somos para ir a misa un domingo?
¿Somos capaces de organizar un montón de actos sociales en el fin de semana,
encajados como un puzzle, pero no para ir menos de una hora a Misa?
El tema de la salida en Santa Faz. ¿De verdad dejamos que nuestros hijos, hijos de familia cristiana, vayan a emborracharse a una playa precisamente el día de una fiesta cristiana? ¿En qué nos diferenciamos entonces de los no cristianos?
3.- No ser misioneras
con los maridos. Como habéis visto, el título era "educación de religión
a los hijos", no a la familia. ¿Por qué excluyo a los maridos? porque las
mujeres no podemos ser misioneras sin cargarnos una fluida y buena vida
matrimonial. La frase de "hace falta un santo para vivir con otro
santo" es una triste realidad. No digo que no recemos por ellos y que si
lo vemos apropiado les facilitemos las cosas para que vayan a los sacramentos y medios de
formación, pero no echarles sermones, ni preguntarles por su interioridad con
Dios.
4.- Predicar con el
ejemplo, sí, pero también con el
ejemplo ajeno. Contar anécdotas... A mí lo de predicar con el ejemplo
siempre me ha sentado a cuerno porque no lo doy, pero sí que es verdad que
conocemos a gente estupenda alrededor que hace cosas maravillosas.
De nuevo otra vez recurro a mi madre, que es con quien yo
tuve mi iglesia doméstica. Mi madre es una señora muy normal con muchos
defectos y buenísima. Pero nos contaba siempre cosas de gente super heroica.
Que si unos tíos míos cuando mi primo tuvo el accidente de
coche al llegar al hospital antes que hablar con el médico pidieron enseguida
que viniera el capellán a atenderle y a darle los sacramentos.
Que si cuando se quedó embarazada la hija soltera de unos amigos
la madre le dijo a la hija: "este niño es un don de Dios. No me preocupa
ni me disgusta hija mía que te hayas quedado embarazada, sino que hayas estado
ofendiendo a Dios todo este tiempo para haberte quedado embarazada".
A mi madre le encantó el Opus Dei porque decía que era la
única institución con laicos que conseguía que gente joven fuese a Misa diaria,
confesase frecuentemente, etc....y nos decía que a Dios se le cae la baba con
movimientos como el Opus Dei.
Nos señalaba a un chico unos años mayor que nosotras que
entraba a la Iglesia y hacía correctísimamente la genuflexión y saludaba
perfectamente y nos la comparaba con otra, que sabía muchísimo de protocolo, estaba
todo el día con gente de la realeza, tenía un trabajo super social pero entraba
en Misa tarde, no sabía saludar ni hacer la genuflexión y comulgaba y se iba sin
terminar la Misa. Y decía, "porque sabe mucho de lo social y muy poco de
Dios que es lo verdaderamente importante".
5.- Tener metas altas.
Que la sociedad está mal para vivir algunos valores, sobre todo los
relacionados con la pureza y los compromisos de por vida, es un hecho. Pero no
por eso tenemos que pensar que es imposible que lleguen vírgenes al matrimonio.
Es posible y es nuestro deber hablarles de la grandeza de un amor puro, de una
entrega de cuerpos en espera a que Dios santifique ese amor con el matrimonio.
ES POSIBLE vivir la pureza. Es posible vivir en santidad. Que no seamos
nosotras las que bajamos el nivel.
Animarles a confesarse y, como no podemos entrar nosotros en
todos los vericuetos de su alma, ponerles las cosas fáciles. Si sabemos que
confiesan en la Iglesia antes de Misa, pues llegar antes. No decirles que se
confiesen, pero llegar antes y confesarte tú.
Y en cuestión de metas altas, aspirar a que vivan
comprometidos con Dios en el estado en que Dios quiera y en el estado en que
van a ser felices. Que Dios no se deja ganar en generosidad y a poco que le demos nos da más Él y es
garantía de felicidad para nuestros hijos.
6.- Que nuestra casa
sea una casa católica. Me sabe mal decir que tengamos imágenes de la Virgen
porque siempre pienso en Almodóvar y en las parodias que hace de las estampitas
y los rosarios, pero es que tanto las imágenes de la Virgen como el rosario nos
llevan a pensar y a rezar a la madre de Dios. Tener en nuestras casas a la
Virgen presente. Que recen por la noche, que bendigamos la mesa, que hagamos
una romería al año. Que se vaya a misa los domingos sin cuestión. Esto es como
meter la nómina en el banco o ir al colegio. Algo normal. No se cuestiona.
Hilando fino: mantenerlos a buen resguardo de situaciones y
condiciones irregulares. Sin que juzguemos, sin que juzguen, pero enseñarles lo
que está mal de hoy en día. Hablarles claramente sobre ello incluso aunque nosotros mismo no seamos capaces de vivirlo bien.
Cada una ha de saber en las circunstancias que la rodean y
las personas que hay alrededor, pero tenemos que dejarles claro a nuestros
hijos y es muy difícil hacerlo sin que juzguen a las personas. Dios quiere que seamos
misericordioso y comprensivos con todo el mundo como lo fue él, pero no hace
falta que expongamos a nuestros hijos a todo el mal que hay ya como cosa normal. Hay que formales.
Todo esto no es garantía de nada. Luego está la libertad de
ellos para decidir si quieren seguir los pasos de sus padres o no. Pero que de
nuestra padre, no falte nada :)
Ánimo, que el camino es largo pero pasa enseguida y lo que
importa es el final y recordar que no es más santo quien menos peca sino quien
más veces se levanta.
martes, 15 de marzo de 2016
Laicismo, laicidad, derechos de los cristianos, la religión en la sociedad
Surge este tema a raíz de la situación que se está empezando a vivir en España cuando varias personas de los nuevos gobiernos (sobre todo los locales) están empezando a cuestionar demostraciones públicas de religión (como son las procesiones de Semana Santa o la Cabalgata de Reyes), la existencia de capillas católicas en las universidades y hospitales públicos, e incluso han formado parte de ataques a lugares de culto profanándolos, etc. porque es bueno saber a qué tenemos derecho los católicos y porqué.
Empezaré trayendo a colación la Declaración Universal de los Derechos Humanos, documento declarativo adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1948 y que responde a la necesidad de defender al individuo y sus derechos inalienables frente a los Estados.
Partiendo del "derecho natural", estos treinta derechos universales, hablan de lo que necesita una persona para poder desarrollarse como tal. Y aunque esta declaración universal de derechos no es vinculante, es la referencia en la que se elaboran muchas constituciones, por ejemplo la española y es en sí misma la Constitución de otros países, por ejemplo Argentina. LA ASAMBLEA GENERAL proclama la presente DECLARACIÓN
UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS como ideal común por el que todos los pueblos y
naciones deben esforzarse, a fin de que tanto los individuos como las
instituciones, inspirándose constantemente en ella, promuevan, mediante la
enseñanza y la educación, el respeto a estos derechos y libertades, y aseguren,
por medidas progresivas de carácter nacional e internacional, su reconocimiento
y aplicación universales y efectivos, tanto entre los pueblos de los Estados
Miembros como entre los de los territorios colocados bajo su jurisdicción.
El derecho que nos afecta pertenece al artículo 18: "Toda persona tiene derecho a la
libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la
libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de
manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en
público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la
observancia"
UN POCO DE HISTORIALa intuición de que es un derecho humano fundamental, un privilegio natural, que todo hombre pueda expresar su fe según sus propias convicciones ya fue expresada por Tertuliano en el siglo III, y fue el mismo Tertuliano quien acuñó la expresión "libertad religiosa"
En el año 313d.C. se publica, en el Imperio Romano, el Edicto de Milán que viene a suponer el primer documento jurídico que establece la libertad religiosa. Como estudiamos en el colegio, el emperador Constantino viene a operar la inversión del panorama de las relaciones entre el Imperio y los cristianos. El Edicto establecía la libertad de culto para los cristianos y el resto de religiones, aunque en realidad tan solo los primeros veían amenazadas su convicciones por el Imperio. En cualquier caso el Edicto establece que "nadie que haya aceptado la creencia cristiana o cualquiera otra que parezca ser la más conveniente para él, sea obligado a negar su convicción(...)"
En 1568 se estableció legalmente por primera vez en Europa la libertad de culto con un Edicto de Tolerancia en Turda, Transilvania.
Hasta el siglo XX algunos Estados empezaron a adoptar medidas del derecho internacional por la que se declaraba libertad de culto, además de proclamar la separación entre Iglesia y Estado. No obstante, estos cambios se han venido dando de manera gradual y en algunos casos condicionada, por lo que en la actualidad existen algunos países en América que adoptan el catolicismo como religión oficial.
También ha habido casos de imposición de monumentos religiosos en zonas públicas, discriminación religiosa y persecuciones religiosas a varios credos desde la época de la independencia.
Por otro lado, ha de respetarse no solo la religión de cada uno, sino también la falta de ella. La organización atea Freedom From Religion Foundation, la mayor de librepensadores (ateos, agnósticos y escépticos) de Estados Unidos argumenta que la libertad para no tener una religión es un derecho universal que, concretamente en la Constitución de EE.UU., está garantizada explícitamente con la frase "freedom of religion".
LA POSTURA DE LA IGLESIA CATÓLICAPor su parte, la Iglesia Católica apoya completamente el derecho a la libertad religiosa y la libertad de culto como queda patente en la Encíclica Dignitatis Humanae (de la dignidad del hombre) y habla en contra de la imposición: "Confiesa asimismo el santo Concilio que estos deberes afectan y ligan la conciencia de los hombres, y que la verdad no se impone de otra manera, sino por la fuerza de la misma verdad, que penetra suave y fuertemente en las almas" y explicita: "Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos".
LA LEY EN ESPAÑAActualmente España declara la libertad de culto en su
constitución pero confiere un estatus especial a la religión católica que no da
a otras religiones, consistente en darle sustento económico y privilegios
jurídicos. Así, en el artículo 16 de la Constitución se garantizan la libertad ideológica, religiosa y de culto, algunos de los derechos más íntimamente vinculados al libre desarrollo de la personalidad. Y además se explicita el derecho a no declarar sobre las creencias religiosas y a este se sumó el de no hacerlo tampoco sobre la ideología.
Esta libertad alcanza su trascendencia en su vertiente externa, que se traduce en la posibilidad de compartir y transmitir, en definitiva de exteriorizar esas ideas. Esta versión exterior con frecuencia se transforma en libertad de expresión y así, al igual que ésta, se vincula con el pluralismo político, además de con el propio concepto de Estado democrático, constituyendo los cauces para su manifestación. Sin embargo la libertad ideológica se puede manifestar al exterior de otra forma mediante gestos, conductas o cualesquiera otra manifestación que permita traslucir las creencias u opiniones personales, distinguiéndose así de la citada libertad de expresión. Los ejemplos son variados y de diferente calado: desde portar 'pegatinas' con consignas al controvertido uso del pañuelo (hijab) por parte de las mujeres musulmanas hasta conductas que pueden afectar a la vida como el mantenimiento de una huelga de hambre como medio de reivindicación de unas ideas
Se ha considerado que nuestra Constitución plasma lo que se conoce como 'indiferentismo ideológico', en el sentido de que admite cualquier tipo de ideología, con el límite del orden público, frente a lo que sucede en otros ordenamientos, como el alemán, en el que quedan proscritas las ideologías contrarias a los principios recogidos en la Constitución, de tal forma que se admite incluso la defensa de ideologías contrarias al ordenamiento constitucional, siempre que respeten las formalidades establecidas y que no recaigan en supuestos punibles de acuerdo con la protección penal
La libertad religiosa se corresponde con la vertiente trascendente de la libertad ideológica, pero más que por el contenido de las ideas, la libertad religiosa se distingue por su ejercicio comunitario o colectivo (sin perjuicio de su componente individual) que alcanza su máxima expresión externa mediante los actos de culto.
El límite a estos derechos reconocidos en el primer párrafo del artículo 16 CE lo constituye el orden público 'protegido por la ley', es decir no hace referencia a un orden público de carácter policial sino aquél que se deriva conforme de lo establecido en el ordenamiento jurídico tendente a proteger ese orden establecido y, en particular, los derechos fundamentales.
Tanto la libertad religiosa como la ideológica cuenta con protección en el Código Penal. La segunda al tipificar (arts. 510 a 512) las conductas que promuevan el odio o la discriminación por motivos ideológicos o religiosos o las de funcionarios, profesionales o empresarios que discriminen por esos motivos. En la vertiente religiosa se tipifican determinadas conductas destinadas a impedir el ejercicio de esas libertades o a escarnecer una religión o a profanar lugares de culto o enterramiento
La distinción entre la aconfesionalidad y el laicismo del Estado se aprecia en el segundo inciso del precepto mencionado, al establecer que 'los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias de la sociedad española' y, en particular, 'mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones'.
La expresión de este párrafo resultaba más fácil de comprender en un momento en el que la mayoría de la población era católica, y otras religiones minoritarias sólo exigían tolerancia, pero plantea problemas en el momento en el que, por una parte, en especial debido a la inmigración, otras religiones alcanzan una amplia implantación y, por otra, se manifiestan abiertamente sectores ateos o agnósticos. Las discusiones que se plantean en el ámbito escolar y, por tanto, en relación con el derecho a la educación son buena prueba de ello.
El Estado ha firmado acuerdos con distintas Confesiones religiosas: Acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede sobre asuntos jurídicos, económicos, enseñanza y asuntos culturales y asistencia religiosa de las Fuerzas Armadas y el servicio militar de clérigos y religiosos, que se han traducido en la posibilidad de facilitar, sobre la base siempre del principio de voluntariedad, la asistencia religiosa o la celebración del culto a la Iglesia Católica en ámbitos en los que las personas ven restringida su libertad personal como centros penitenciarios, hospitales o Fuerzas Armadas, regulación que han desarrollado en el RD del servicio de asistencia religiosa a las Fuerzas Armadas; OM de 20 de diciembre de 1985 de asistencia religiosa católica en centros hospitalarios públicos y art. 74 de la LO 1/1979, de 26 de septiembre, General Penitenciaria y el art. 230 del RD 190/1996, de 9 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento Penitenciario, así como la OM de 24 de noviembre de 1993 de asistencia religiosa católica en establecimientos penitenciarios.
De igual forma como consecuencia de los Acuerdos con la Santa Sede el Estado reconoce efectos civiles al matrimonio y a la disolución matrimonial canónicos.
SOBRE EL LAICISMO, LA ACONFESIONALIDAD Y LA LAICIDADLaicismo es la corriente de pensamiento, ideología,
movimiento político, legislación o política de gobierno que defiende o favorece
la existencia de una sociedad organizada aconfesionalmente, es decir, de forma
independiente, o en su caso ajena a las confesiones religiosas. Su ejemplo más
representativo es el "Estado laico" o "no confesional".
El concepto de "Estado laico", opuesto al de
"Estado confesional", surgió históricamente de la Separación
Iglesia-Estado que tuvo lugar en Francia a finales del siglo XIX, aunque la
separación entre las instituciones del estado y las iglesias u organizaciones
religiosas se ha producido, en mayor o menor medida, en otros momentos y
lugares, normalmente vinculada a la Ilustración y a la Revolución liberal.
Los laicistas consideran que su postura garantiza la
libertad de conciencia además de la no imposición de las normas y valores
morales particulares de ninguna religión o de la irreligión. El laicismo
persigue la secularización del Estado, y se distingue del
anticlericalismo radical ateo en cuanto no condena la existencia de dichos
valores religiosos. Si bien, hay una teoría que diferencia entre laicismo y laicidad. No he podido encontrar diferencias según la RAE, pero hay quien matiza los siguientes significados que pueden o no estar más o menos a la orden del día: Laicidad: Mutuo respeto entre Iglesia y Estado fundamentado
en la autonomía de cada parte.Laicismo: Hostilidad o indeferencia contra la religión.
En contra de esta diferenciación he encontrado este testimonio: "Ya sabían los sofistas griegos, que introducir diferencias
terminológicas engañosas pueden darle ventaja a uno en el debate. Viene esto a
cuento de la nueva táctica de los defensores de las prebendas religiosas de
diferenciar entre laicidad y laicismo. Según ellos, la primera es justa y
necesaria, pues implica un "justo" respeto a la libertad religiosa,
mientras el segundo es pernicioso y ha de ser sañudamente combatido. Para
subrayar la diferencia, la palabra "laicidad" vendrá siempre
acompañada de adjetivos como "sana", "justa",
"positiva", mientras que la palabra "laicismo" vendrá
siempre adjetivada con "excluyente", "radical",
"fundamentalista", o similares.
A pesar de las apariencias, y de las declaraciones de estos
confesionalistas, no existe un "laicismo" malo, y una
"laicidad" buena: el objetivo es confundir a la opinión pública para
mantener un status quo que les privilegia. Así, gracias a esta falsa diferencia
los defensores de la "laicidad" argumentan que el Estado español es
ya un Estado laico, y que por lo tanto no es necesario hacer reforma alguna. A
quienes somos defensores de la libertad de conciencia y la religiosa
(llámesenos "laicistas", "laicidistas" o como se desee) nos
parece raro un Estado laico que recauda dinero para una (o varias) confesión
religiosa, que subvenciona con cargo a los presupuestos lo que los ciudadanos
no aportan para el mantenimiento de su culto y clero, que paga sus colegios,
que abre las escuelas públicas a la enseñanza de su religión, que además paga
el sueldo de sus formadores religiosos que eligen sus dirigentes, que exime de
impuestos a sus actividades, que repara y mantiene sus templos, que da carácter
civil a sus fiestas, que concelebra con sus jerarcas misas, romerías y
procesiones, etc. ¡Qué Estado laico tan raro!"
Manteniendo una postura intermedia, laicismo y laicidad son lo mismo, pero yo sí creo que el Estado puede favorecer la religión y el culto no porque sean manifestaciones religiosas, sino porque facilitan la realización de un derecho fundamental. Me da igual si es para la religión católica como para otra cualquiera.
En cuanto a la idea de algunos de que se mantengan las manifestaciones religiosas en el ámbito de lo privado, conviene recordar esa libertad de expresión de la que hablábamos anteriormente y que termina cuando cause desorden público. Cualquier manifestación pública religiosa que no cause desorden en una democrática es tan legítima como cualquier otro tipo de manifestación.
Lo dejo aquí, pero se podía hablar también de la cantidad de dinero que la Iglesia católica, sus colegios, sus obras de caridad, etc, ahorran a todos y por lo que no solo es justo, sino que es sumamente conveniente, facilitarle las cosas como se les facilitan a otro tipo de instituciones
martes, 26 de enero de 2016
La Reconciliación y el año santo de la Misericordia
Según la RAE la Misericordia es un atributo de Dios en cuya virtud perdona los pecados y miserias de sus criaturas.
Este año santo de la Misericordia viene a decirnos que no es un atributo más de Dios, que como todos los atributos de Dios, lo tiene en grado infinito, aunque ésto sea incomprensible para la mentalidad humana, sino que es un atributo por excelencia. (Como el AMOR)
En su Infinita Misericordia, Dios comprende y perdona cualquier pecado (y de hecho, a poco que seamos objetivos, nos damos cuenta de que no hay nada que hagamos, por muy malo que sea, que no haya hecho alguien antes. La frase "no hay nada nuevo bajo el sol" vale igual para los pecados. No hay pecado nuevo bajo el sol. Todo lo malo que se nos ocurra hacer ya se ha hecho antes, tiene su raíz en alguno de los siete pecados capitales y responde a romper alguno de los diez mandamientos. Así que no hay que creer que los pecados de uno son diferentes de los de los demás) pero es condición sine qua non para poder entrar en el Cielo (volver a sus brazos, gozar del Paraíso Eterno) pedirle perdón. El hombre ha de reconocer que ha hecho mal para poder abrazarse de nuevo al Padre.
Una de las parábolas más emocionantes del Evangelio es sin duda la del "hijo pródigo" y de ésta llama la atención (o por lo menos a mí siempre me ha encantado) que cuando el hijo decide volver ("¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti" Lc 15, 11-32) y el Padre lo atisba por la ventana, sale corriendo a su encuentro. El hijo va pensando en humillarse, no tanto por amor, como por recibir al menos el trato de un sirviente y el Padre sale a abrazarle y lo trata como a un rey.
Ese es Dios. Pero es necesario pedirle perdón.
Y con esto pasa igual que cuando el otro día hablábamos de que no ir a Misa los domingos es pecado mortal. Aquí no se esconde un narcisista deseo de Dios de que el hombre se humille ante El, no se trata de un Dios que requiere de sus criaturas (a las que nos ha hecho hijos) que le "regalemos la oreja" pidiéndole perdón. Se trata, nada más y nada menos, que de que el hombre vuelva a recuperar su "realeza", pueda sentirse y tratarse como el Hijo de Rey que es, igual que el de la parábola, recobre su dignidad, con todo su sentido.
Cuando el hombre peca, se aleja VOLUNTARIAMENTE de Dios. Igual que el hijo pródigo. Se va. No quiere esa ley. No quieres esa norma.
Aquí os recuerdo que para pecar mortalmente hay que tener plena conciencia de que se está haciendo mal y hacerlo de todas formas. Es distinto el caso de saber que está mal pero no ser lo suficientemente fuertes para dejar de hacerlo. Ese es otro tema.
Para poder volver a Dios es INDISPENSABLE pedir perdón.
A través de este año de la Misericordia que ha convocado el Papa, es el mismo Dios el que le ha soplado que lo quiere así, Dios nos está diciendo que es el momento de volver a Él. Es el momento de recuperar nuestra "realeza" y la manera de hacerlo es dejar de comer las bellotas de los cerdos y volver a la casa del Padre a comer el mejor ternero. Y Dios está deseándolo, está mirando por la ventana a ver cuando damos el primer paso para hacerlo.
Y el Papa insiste en que realicemos esta Conversión, primero nosotros, y segundo las personas que sabemos alejadas. Se han abierto las puertas de la Iglesia para todos, pero especialmente para los que están más alejados, los que hace años que no piden perdón a Dios y que, a lo mejor no se dan cuenta, están sedientos de ello.
¿Habéis visto la película de "Family Man" de Nicholas Cage? Me encanta. Hay un detalle que me parece que sirve para escenificar la vida del pecador. Hay un momento en la película en que Nicholas Cage le grita al hombre que le ha quitado su vida de rico soltero vividor diciéndole "Yo era feliz". No son necesarios más que unos cuantos días viviendo en familia para darse cuenta de la infelicidad que tenía y, de hecho, en cuanto le sacan de la vida en familia, se cabrea y lucha por volver a ella (o por empezarla al ir a buscar a Tea Leoni). Tenemos mucha gente alrededor comiendo bellotas creyéndose feliz y si solo probaran un día de lechal tiernecito, estarían encantados. Y es el momento. Es el momento de la Iglesia.
Con esto no quiero decir que os lancéis iluminadamente hacia los que tenéis alrededor que sabéis que están en pecado y les machaquéis a que se tienen que confesar, pero sí que los recéis con más ahínco porque Dios va a ponérselo más fácil y les va a llegar su momento este año y, si lo véis apropiado, que les hagáis una sutil invitación.
La maravilla de la confesión para nosotros mismos:
Todos tenemos la experiencia de haber fallado a alguien o haber ofendido a alguien incluso a alguien muy cercano. Y todos hemos padecido cómo a veces, aunque luego se pida perdón, la relación ha quedado deteriorada. Sin embargo, no ocurre esto con Dios. Para Dios, cada vez que vamos a pedir perdón, se hace un borrón y cuenta nueva. Confía en nosotros como si nunca hubiéramos caído, como si no siempre volviéramos a caer una y otra vez en lo mismo.
Humanamente tiene un terapeútico efecto psicológico. No hay nada que dé más paz al alma y al corazón que saberse perdonado, pero perdonado de verdad. Es un chollo. Es una garantía avalada de que estás con Dios mejor de lo que estabas antes y con todo olvidado. No hay más religiones que tengan este chollo, por no hablar del valor de esa "terapia psicológica" en el ser humano, no solo en su alma.
Los pecados son piedras que nos pesan y que soltamos gracias a los méritos conseguidos por Jesucristo y que da una paz inmensa soltar y olvidar. No os voy a recomendar que pequéis mortalmente, pero todas lo hemos hecho alguna vez, no hay nada más grande que recuperar la gracia, que soltar la losa de haberla cagado pero bien. Con qué alegría y emoción se sale del confesonario cuando se había ofendido a Dios de verdad.
Además, la confesión da ayuda para luchar en aquello de lo que nos hemos confesado. Por eso es tan bueno confesarse aunque no se tengan pecados mortales, porque se recibe gracia para no volver a caer en eso. Así que un método INFALIBLE para no volver a hacer eso que te preocupa (chillar a tus hijos, contestar mal a tu marido, criticar a personas que en el fondo quieres, enfadarte, etc) es la confesión frecuente de esos mismos pecados. Llegará un momento en que o desaparecen o bajan de nivel y luego en vez de pecados veniales deliberados se van convirtiendo en involuntarios o en simples faltas.
La confesión es pues como un centro de belleza. Te hace mejor persona interiormente. Igual que vas todas las semanas a la peluquería o a la depilación, el confesonario te embellece por dentro, te hace una persona más atractiva porque los pecados, los defectos, no son atractivos. Así que os recomiendo la confesión frecuente como propósito de esta charla para crecer en belleza interior y crecer en amor a los demás y a Dios.
Dios podría no haber inventado el Sacramento de la Confesión, podría haber hecho que simplemente viviéramos pidiendo perdón interiormente y cuando nos muriésemos, juzgarnos y ahí veríamos si pasábamos al Cielo o no. Con la confesión tenemos la garantía (el mismo JesuCristo lo dijo a los apóstoles: "A quienes perdonéis los pecados le serán perdonados y a quienes se los retengaís le serán retenidos" Jun 20, 23) de que en el momento de la muerte se nos juzgará por lo cometido desde el momento de la última confesión. ¿A que mola esa idea?
Y por último recordaros el respeto infinito que Dios tiene a la libertad del hombre. Dios no impone la confesión, tiene que salir del hombre el querer reconciliarse con El, Tiene que ser el hombre el que reconozca que la ha cagado para que Dios entonces pueda decir: "No te preocupes, he mandado a mi hijo a morir por tí, y ya puedes venir al banquete conmigo" que es lo que les dijo a Adán y a Eva, primera confesión de la historia de la Humanidad.
¿Desperdiciaremos este año de la Misericordia convocado especialmente por Dios para que nos acerquemos más a Él, o empezaremos a tratar de confesarnos o a empezar a hacerlo y hacerlo frecuentemente? ¿Aprovecharemos este año de la Misericordia para pedir ayuda a Dios para que seamos capaces de "volver" a la casa del Padre y quitarnos eso que nos tiene atadas a las bellotas? ¿Hablaremos y rezaremos para que los que nos rodean salgan también de comer bellotas y empecemos todos a comer en un banquete tal y como nos merecemos simplemente porque Dios nos ha hecho para eso?
Este año santo de la Misericordia viene a decirnos que no es un atributo más de Dios, que como todos los atributos de Dios, lo tiene en grado infinito, aunque ésto sea incomprensible para la mentalidad humana, sino que es un atributo por excelencia. (Como el AMOR)
En su Infinita Misericordia, Dios comprende y perdona cualquier pecado (y de hecho, a poco que seamos objetivos, nos damos cuenta de que no hay nada que hagamos, por muy malo que sea, que no haya hecho alguien antes. La frase "no hay nada nuevo bajo el sol" vale igual para los pecados. No hay pecado nuevo bajo el sol. Todo lo malo que se nos ocurra hacer ya se ha hecho antes, tiene su raíz en alguno de los siete pecados capitales y responde a romper alguno de los diez mandamientos. Así que no hay que creer que los pecados de uno son diferentes de los de los demás) pero es condición sine qua non para poder entrar en el Cielo (volver a sus brazos, gozar del Paraíso Eterno) pedirle perdón. El hombre ha de reconocer que ha hecho mal para poder abrazarse de nuevo al Padre.
Una de las parábolas más emocionantes del Evangelio es sin duda la del "hijo pródigo" y de ésta llama la atención (o por lo menos a mí siempre me ha encantado) que cuando el hijo decide volver ("¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! Me levantaré e iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti" Lc 15, 11-32) y el Padre lo atisba por la ventana, sale corriendo a su encuentro. El hijo va pensando en humillarse, no tanto por amor, como por recibir al menos el trato de un sirviente y el Padre sale a abrazarle y lo trata como a un rey.
Ese es Dios. Pero es necesario pedirle perdón.
Y con esto pasa igual que cuando el otro día hablábamos de que no ir a Misa los domingos es pecado mortal. Aquí no se esconde un narcisista deseo de Dios de que el hombre se humille ante El, no se trata de un Dios que requiere de sus criaturas (a las que nos ha hecho hijos) que le "regalemos la oreja" pidiéndole perdón. Se trata, nada más y nada menos, que de que el hombre vuelva a recuperar su "realeza", pueda sentirse y tratarse como el Hijo de Rey que es, igual que el de la parábola, recobre su dignidad, con todo su sentido.
Cuando el hombre peca, se aleja VOLUNTARIAMENTE de Dios. Igual que el hijo pródigo. Se va. No quiere esa ley. No quieres esa norma.
Aquí os recuerdo que para pecar mortalmente hay que tener plena conciencia de que se está haciendo mal y hacerlo de todas formas. Es distinto el caso de saber que está mal pero no ser lo suficientemente fuertes para dejar de hacerlo. Ese es otro tema.
Para poder volver a Dios es INDISPENSABLE pedir perdón.
A través de este año de la Misericordia que ha convocado el Papa, es el mismo Dios el que le ha soplado que lo quiere así, Dios nos está diciendo que es el momento de volver a Él. Es el momento de recuperar nuestra "realeza" y la manera de hacerlo es dejar de comer las bellotas de los cerdos y volver a la casa del Padre a comer el mejor ternero. Y Dios está deseándolo, está mirando por la ventana a ver cuando damos el primer paso para hacerlo.
Y el Papa insiste en que realicemos esta Conversión, primero nosotros, y segundo las personas que sabemos alejadas. Se han abierto las puertas de la Iglesia para todos, pero especialmente para los que están más alejados, los que hace años que no piden perdón a Dios y que, a lo mejor no se dan cuenta, están sedientos de ello.
¿Habéis visto la película de "Family Man" de Nicholas Cage? Me encanta. Hay un detalle que me parece que sirve para escenificar la vida del pecador. Hay un momento en la película en que Nicholas Cage le grita al hombre que le ha quitado su vida de rico soltero vividor diciéndole "Yo era feliz". No son necesarios más que unos cuantos días viviendo en familia para darse cuenta de la infelicidad que tenía y, de hecho, en cuanto le sacan de la vida en familia, se cabrea y lucha por volver a ella (o por empezarla al ir a buscar a Tea Leoni). Tenemos mucha gente alrededor comiendo bellotas creyéndose feliz y si solo probaran un día de lechal tiernecito, estarían encantados. Y es el momento. Es el momento de la Iglesia.
Con esto no quiero decir que os lancéis iluminadamente hacia los que tenéis alrededor que sabéis que están en pecado y les machaquéis a que se tienen que confesar, pero sí que los recéis con más ahínco porque Dios va a ponérselo más fácil y les va a llegar su momento este año y, si lo véis apropiado, que les hagáis una sutil invitación.
La maravilla de la confesión para nosotros mismos:
Todos tenemos la experiencia de haber fallado a alguien o haber ofendido a alguien incluso a alguien muy cercano. Y todos hemos padecido cómo a veces, aunque luego se pida perdón, la relación ha quedado deteriorada. Sin embargo, no ocurre esto con Dios. Para Dios, cada vez que vamos a pedir perdón, se hace un borrón y cuenta nueva. Confía en nosotros como si nunca hubiéramos caído, como si no siempre volviéramos a caer una y otra vez en lo mismo.
Humanamente tiene un terapeútico efecto psicológico. No hay nada que dé más paz al alma y al corazón que saberse perdonado, pero perdonado de verdad. Es un chollo. Es una garantía avalada de que estás con Dios mejor de lo que estabas antes y con todo olvidado. No hay más religiones que tengan este chollo, por no hablar del valor de esa "terapia psicológica" en el ser humano, no solo en su alma.
Los pecados son piedras que nos pesan y que soltamos gracias a los méritos conseguidos por Jesucristo y que da una paz inmensa soltar y olvidar. No os voy a recomendar que pequéis mortalmente, pero todas lo hemos hecho alguna vez, no hay nada más grande que recuperar la gracia, que soltar la losa de haberla cagado pero bien. Con qué alegría y emoción se sale del confesonario cuando se había ofendido a Dios de verdad.
Además, la confesión da ayuda para luchar en aquello de lo que nos hemos confesado. Por eso es tan bueno confesarse aunque no se tengan pecados mortales, porque se recibe gracia para no volver a caer en eso. Así que un método INFALIBLE para no volver a hacer eso que te preocupa (chillar a tus hijos, contestar mal a tu marido, criticar a personas que en el fondo quieres, enfadarte, etc) es la confesión frecuente de esos mismos pecados. Llegará un momento en que o desaparecen o bajan de nivel y luego en vez de pecados veniales deliberados se van convirtiendo en involuntarios o en simples faltas.
La confesión es pues como un centro de belleza. Te hace mejor persona interiormente. Igual que vas todas las semanas a la peluquería o a la depilación, el confesonario te embellece por dentro, te hace una persona más atractiva porque los pecados, los defectos, no son atractivos. Así que os recomiendo la confesión frecuente como propósito de esta charla para crecer en belleza interior y crecer en amor a los demás y a Dios.
Dios podría no haber inventado el Sacramento de la Confesión, podría haber hecho que simplemente viviéramos pidiendo perdón interiormente y cuando nos muriésemos, juzgarnos y ahí veríamos si pasábamos al Cielo o no. Con la confesión tenemos la garantía (el mismo JesuCristo lo dijo a los apóstoles: "A quienes perdonéis los pecados le serán perdonados y a quienes se los retengaís le serán retenidos" Jun 20, 23) de que en el momento de la muerte se nos juzgará por lo cometido desde el momento de la última confesión. ¿A que mola esa idea?
Y por último recordaros el respeto infinito que Dios tiene a la libertad del hombre. Dios no impone la confesión, tiene que salir del hombre el querer reconciliarse con El, Tiene que ser el hombre el que reconozca que la ha cagado para que Dios entonces pueda decir: "No te preocupes, he mandado a mi hijo a morir por tí, y ya puedes venir al banquete conmigo" que es lo que les dijo a Adán y a Eva, primera confesión de la historia de la Humanidad.
¿Desperdiciaremos este año de la Misericordia convocado especialmente por Dios para que nos acerquemos más a Él, o empezaremos a tratar de confesarnos o a empezar a hacerlo y hacerlo frecuentemente? ¿Aprovecharemos este año de la Misericordia para pedir ayuda a Dios para que seamos capaces de "volver" a la casa del Padre y quitarnos eso que nos tiene atadas a las bellotas? ¿Hablaremos y rezaremos para que los que nos rodean salgan también de comer bellotas y empecemos todos a comer en un banquete tal y como nos merecemos simplemente porque Dios nos ha hecho para eso?
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