Hace un tiempo, y supongo que aprovechando que suelo ser bastante positiva (o eso creo yo), me pidieron que diera una charla subre positivismo, optimismo, gestión del fracaso y me dí cuenta que todo a lo que yo acudía para poder ser positiva era, en realidad, lo que había aprendido como cristiana que se sabe hija de Dios. Todo mi optimismo y positivismo se debe a mi fe. Sin fe, probablemente, no podría pensar igual que pienso ahora. Ya sé que es muy radical admitirlo y de hecho al final dí la charla y la di desde un punto de visto humano, no espiritual, pero en el fondo de mi ser sé que mi alegría viene de Él.
Os animo a que reflexionéis sobre la realidad de la fe católica. Para poder tener y sentir la filiación divina, a parte de pedirla es bueno considerarla, darle vueltas y pensar sobre ella.
Aquí os paso algunas ideas.
1-Considerar que una vez que admitimos, ya sea por fe o por uso de la razón la existencia de Dios y que ese Dios es un Dios bueno, JesuCristo nos revela que además, nos ama, se siente Padre Nuestro y nos considera hijos suyos. No hay error en ello. Es nuestro Padre. Es nuestro creador. Somos su familia. ¿de verdad nos damos cuenta de esta realidad?
Si yo viniera de repente y os dijera que hace unos cuarenta años el Rey Juan Carlos tuvo una aventura con mi madre y nací yo y que desde entonces le veo de vez en cuando, que me ha pagado los estudios, que me ha ayudado a encontrar trabajo, que vino a mi boda, que vienen algunos fines de semana a pasar tiempo con mis hijos....en definitiva, que aun en la clandestinidad mediática, soy para él realmente su hija y mis hijos mis nietos, si necesitaráis cualquier favor diplomático (un pariente encarcelado injustamente en un país árabe), ¿no acudiriaís a mí?
Si yo os dijera que Felipe IV iba a venir a pasar el mes de agosto de vacaciones a Tabarca, ¿no me creeriaís?
Si tuviera alguna penuria económica y os dijera: No os precoupéis por mí, mi padre no va a dejar que me muera de hambre, y o me deja uno de sus palacios, o me busca un empleo, o algo hará para que no estemos en la pobreza, ¿no me creeríais?
¿Por qué no somos capaces de creer eso mismo de nosotros con respecto de Dios?
El mismo Jesucristo lo dice en el Evangelio:
Mateo 6:26-33
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
Pues este es, en realidad, el secreto del que os hablaba: la certeza, sin ninguna duda, de que nada malo puede pasarme.
¿Es que no voy a tener dolor ni enfermedad ni muerte? Sí, claro que voy a tenerlo, es inevitable, pero mi Padre, que es Todopoderoso, una de tres:
-o me lo quita
-o me lo evita
-o me da tanta ayuda para llevarlo que no me va a costar. "mi carga es suave y mi yugo ligero". Las cosas "malas" de la vida, con el Señor al lado, de verdad e inexplicablemente, se hacen llevaderas.
2.- Casi todas sois madres, considerad por un momento cuando vuestros hijos han sido pequeños, recién nacidos. Adriana es quizá la que lo tiene más reciente, porque está en ello de pleno todavía. ¿Qué pide a Adriana a ese niño? ¡Nada! Porque sabe que no puede darle nada. ¿Qué le da? Todo lo que necesita. Le alimenta, le mima, le cuida, le viste, la baña, le canta, le adora, le achucha...y encima se siente super a gusto con él, le encanta estar con él, le ama. Es feliz con él. Aunque en verdad esté sirviéndole todo el día.
Transladarlo a Dios. Así es con nosotros. Se le cae la baba hagamos lo que hagamos (mientras no sea una ofensa), no le importan nuestras pequeñeces porque sabe que somos débiles, se lo pasa pipa mirándonos, escuchándonos, estando simplemente con nosotros.
Sentir que Dios me está mirando todo el rato, da tranquilidad. Ningun niño pequeño se asusta con su madre al lado. Les cogemos en brazos, simulamos que se nos van a caer, y en lugar de pasar miedo, se parten de la risa. POrque saben que no les vamos a dejar caer. Cuando me han pasado malas cosas en la vida he encontrado mucha en calma: Dios sabía que iba a pasar esto (para El no hay tiempo, además de que es Omnisciente) y aun así, me he despertado esta mañana y El sabía que me iba a pasar esto y, sin embargo, está tan tranquilo en el Cielo porque ya me ha preparado todo lo que me va a hacer falta para sobre llevarlo. Pues tranquilidad. Porque está todo controlado.
Si nos sabemos hijos de Dios de verdad, de verdad, tenemos que creernos que está todo controlado. Que las tragedias estaban ya en el conocimiento de Dios y que ya tiene pensado cómo se va a solucionar o cómo lo voy a sobrellevar.
3.- Pedir cosas. ¿No hemos pedido toda la vida cosas a nuestros padres? Mamá, dinero para salir. Papá, llévame a este sitio...- Pues al Sr igual: solucióname esto, no dejes que pase por esto otro. Acostumbrarnos a pedir y acostumbrarnos a que lo que no se solucione es porque no conviene. Creérnoslo de verdad. En el Cielo nos vamos a enterar de tantas cosas... Un niño pequeño llora cuando su madre lo aparta del enchufe. No entiende que si mete los dedos se electrocuta. quiere meterlos y llora porque no le han dejado. Nosotros somos como niños pequeños muchas veces para los planes de Dios y lloramos porque queríamos que pasaran unas cosas y la vida (el tiempo, la experiencia) nos enseñan que en verdad aquello no convenía.
Tratar a Dios con confianza de hijos, saludarle por las mañanas, despedirnos por las noches, pedirle la paga semanal, ofrecerle ayuda en algo que pueda necesitar él, enseñar a otros que están a nuestro lado que Él está ahí mirándonos, deseando tratarnos.
De verdad os digo que si solo os proponeis esto para este curso: vivir la filiación divina se os llenará el corazón de esperanza, eso para empezar, pero segun pasen los días y aprendaís a leer en vuestra vida y a localizar la mano de Dios en todo lo que os pase, andaréis por la vida con la serena felicidad que da el saber que para un hijo de Dios nada es malo y todo tiene solución (excepto la muerte y la muerte para un hijo de Dios es un abrazo con su padre).
Así que ya sabéis, si quereís felicidad total: filiación divina-